Fue un intelectual, comunicador social, investigador, escritor, político y profesor universitario venezolano.
Fue fundador de la Escuela de Periodismo, que luego se convirtió en la
Escuela de Comunicación Social de la Universidad Central de
Venezuela (UCV), donde desarrollaría su labor docente como profesor
titular de la Facultad de Humanidades llegando hacer director de la referida
escuela. En 1944 inicia su actividad periodística en Aquí Está para
luego continuar escribiendo para el semanario Fantoches, Últimas
Noticias, El Heraldo y El Nacional, como hecho derivado
de su actividad política, debió exiliarse y fungir de jefe de redacción del
diario chileno Última Hora.
Profundizando en sus críticas a la
generación de intelectuales venezolanos 12 que acogieron y propagaron el
positivismo como doctrina filosófica, Héctor Mújica considera que a pesar de
tener entre sus planes la interpretación de la historia patria, ésta generación
obvió intencionalmente el papel de los pueblos en la construcción de nuestro
destino. En su lugar, se propuso resaltar la figura de los héroes con el firme
propósito de penetrar en la conciencia de las masas a fin de que éstas
creyeran que la historia es producto de hombres semidioses e iluminados,
los cuales, escogidos desde tiempos inmemoriales trazan los destinos de los
comunes. Para Mujica, la generación positivista, si bien es cierto que
hizo un intento por historiar nuestro pasado, no es menos cierto el hecho de
que lo plagaran de pesimismo. En este sentido afirma:
Esta tesis, tan difundida entre la elite
intelectual latinoamericana de las primeras décadas
del siglo XX, donde se manifiesta un culto obsceno a las individualidades, los
llevó a la ingeniosa fundamentación del gendarme necesario, quien tendría
entre sus manos la tarea de enrumbar a nuestros pueblos hacia el progreso y la
civilización
Haciendo un análisis exhaustivo de la
incidencia de los grandes medios de comunicación -fundamentalmente de la
televisión- en la conciencia de las nuevas generaciones, Héctor Mujica
considera que uno de los objetivos que persiguen
las grandes empresas televisivas es el de adoctrinar en el conformismo político
y en el consumo de mercancías a los jóvenes, quienes se muestran apáticos al
ejercicio de la política y negándose a participar en los movimientos
sociales que procuran “cambio de estructuras y la liberación definitiva del país”
Considera asimismo que los mensajes de los
medios de difusión masiva ejercen sus efectos:
“(...) sobre el saber, es decir, en la
educación y la cultura; en laórbita emocional, en la esfera psíquica profunda,
en el comportamientoelectoral y en las opiniones y actitudes, en la conducta
personal y en laconducta social
Esta tesis, tan difundida entre la elite
intelectual latinoamericana de las primerasdécadas del siglo XX, donde se
manifiesta un culto obsceno a lasindividualidades, los llevó a la ingeniosa
fundamentación del gendarme necesario, quien tendría entre sus manos la
tarea de enrumbar a nuestros pueblos hacia el progreso y la civilización
“(…) Los intentos positivistas de
historiar nuestro acontecer han sido hasta ahora los más importantes, pero no
llegaron a entender cabalmente que los acontecimientos no eran obras exclusivas
de las más relevantes
individualidades y esas individualidades eran obras de causas ajenas a sus
voluntades
El progreso científico y tecnológico de la
sociedad occidental constituyen para Mujica uno de los signos de nuestro
tiempo. Sólo que el uso irracional de sus descubrimientos han colocado a
la humanidad en un límite extremo donde la vida pende de un botón, negando
en consecuencia su sentido de aportar bienestar y paz a la tierra. No logra
comprender el hecho de que se destinen grandes recursos económicos en
experimentos con el sólo propósito de fabricar armas de destrucción masiva; más
aún, considera que el uso político imperial que se hace de las armas, para someter
a pueblos enteros, refleja una conducta sicópata y criminal que, como lo ha
demostrado la historia a través de las trágicas experiencias de Hiroshima y
Nagasaki, atenta contra el futuro de la vida sobre el planeta. Para Mujica es
urgente el cese inmediato de esa locura. Se trata de una cuestión ética. Es una
batalla por la humanidad que está por encima de las diferencias ideológicas y
religiosas, pero que a su vez implica un compromiso político de todos por salvar al mundo.
Para él, la lucha por la paz, constituye la razón de ser de la humanidad.

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